Santa Bárbara del Zulia, pueblo de campos extensos y ganado que genera una gran cantidad de leche, carne y otras cosas además de la siembra. En ella habitaba José Alberto Mujica junto a sus dos hermanos, Pedro y Manuel y sus padres Maritza y Julián. Una familia muy unida que vivían en una gran hacienda, lotes de tierras que uno de los gobiernos más antiguos los donó para este tipo de trabajo.
Tenían como costumbre la cacería. A pesar de que era el año de 1969, la tradición era la misma desde muchos años atrás. En el pueblo se hablaba mucho de espantos, que aparecían en los caminos que se encuentran rodeados de los sembradíos de maíz y caña de azúcar. Se dijo en una reunión de amigos en donde se encontraba la familia, que una mujer se aparecía en el camino, que avanzaba de una manera extraña, pues se veía flotando a unos pocos centímetros del suelo y que desaparecía del lugar entre las altas plantas de la siembra.
Un día, los cuatro hombres del hogar, preparaban las linternas y las escopetas para salir a dar una vuelta por el campo para ver que podían cazar.
En una de esas, José se desvía de sus compañeros para verificar el comedero de un venado. Llega al sitio y observa a uno, dispara y le da al animal, lo toma y se lo lleva donde el resto del grupo.En el camino, escucha a un bebé llorando, busca de donde proviene el llanto y observa que estaba en unos matorrales, suelta al animal y camina hacia el llanto en esa tremenda oscuridad, al llegar vio que definitivamente era un neonato. Lo agarra y camina con el niño en brazos, al encontrarse lejos, escucha que el resto lo llamaba, estos lo alumbraron con las linternas y observaron que José traía un especie de muñeco de trapo con los pies muy largos tanto que casi se arrastraban en el suelo y vieron que el cuerpo era muy pequeño. José por la oscuridad que había no se había dado cuenta, al bajar la mirada, el niño le enseña con diabólica sonrisa los largos dientes que traía, se asusta y lo deja caer al suelo y todos observaron como se arrastraba como si fuera una serpiente, dejando a la vez un fuerte olor a azufre al desaparecer del lugar, después de todo quedó totalmente loco y todos comentaban la aparición de "El Niño del Diablo".

Este cuento ha sido enviado por Julia Brasileña, agradecemos su aportación.



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