La brisa fresca que le recorrió por el cuerpo, hizo que se estremeciera, sacándola de la oscuridad.
Lentamente como el brote de una flor, abrió sus ojos, miro el techo y pudo apreciar el cielo raso, adornado por falsas estrellas.
Su corazón se detuvo al recordar lo que vivió esa tarde. Una gota de sudor la sucumbió, rescatándola de sus pensamientos, y se sintió extrañamente invadida por completo, perseguida por un fantasma.
Los músculos de su cuerpo quisieron reaccionar ante el estímulo impulsado por su cerebro, pero estos, tercos ante la orden no se movían. Sus labios, trataron de producir sonido alguno pero las palabras estaban ausentes, como la luz en el reino de Hades.
Agudizando los pocos sentidos que le quedaban, trato de prestar atención ante los movimientos que se hacían presentes en su casa. Sonidos enigmáticos provenían de abajo, y desprevenidamente su pulso se aceleraba. Los parpados se cerraban, obligándoles con malicia a rememorar. La imagen de su fin como bailarina la llenó de odio hacia ella misma, su búsqueda a la perfección había finalizado y su sueño del estrellato se perdió dentro de la espesa neblina. Su vista se impregnó en el vigoroso espejo, pero este no solo la reflejaba a ella, un semblante provocador estaba sobre su espalda.
Los pasos acelerados la devolvieron a la realidad, se sorprendió al ver que otra gota escurridiza e inquieta recorría el contorno de su mejilla.
El extraño olía su miedo, sintiéndose poderoso al invadir cada centímetro del alma de la bailarina mientras se acercaba.
Ella rendida ante su destino, selló sus parpados impidiéndose divisar la imagen de cielo falso que había ante sus ojos, tal vez su último recuerdo. Suavemente la puerta se movía, los pasos furiosos que antes escuchaba se transformaron en pasos de victoria.
Victoria si, la victoria se adentro en el extraño, había ganado la batalla destruyendo los sueños de la bailarina y ahora iba a ganar la guerra. Le dedicó una sonrisa maliciosa, y sin piedad hundió como un depredador ante su presa, una daga filosa y delicada como una rosa, pero peligrosa como sus espinas.
La fuente de vida de esta, huía sin previo aviso. El dolor la carcomía pero de pronto la paz le lleno de alegría su alma.
Inexplicablemente la luz volvió a sus ojos, estaba maravillada ante la imagen que estos le devolvían, se encontraba en su cuarto, cuando en vez de eso esperaba el paraíso.
Ubicada en la silla del escritorio se sintió aliviada al ver que todo fue un sueño y largo un suspiro de alivio.
Dio unos tres pasos y observó su cama. Pasmada pudo apreciar la silueta de una muchacha.
Como un flash back recordó todo, esa sensación de victoria y miedo a la vez. La duda se paseaba por sus pensamientos, ¡¿acaso podía ser posible?! Se acercó un poco más y las ventanas hacia el mundo le devolvieron el escenario perfecto. Era su lecho de muerte, su cuerpo, descolorido y adornado, con una sonrisa maliciosa. Era su fin, ella misma desterró sus sueños de bailarina. La sensación de victoria volvió, pero no volvió sola, el miedo la acompañaba, ambos sentimientos se fundieron el ella como una sola. El infierno la esperaba y el diablo le susurraba al oído que era la hora de su partida.

Este cuento ha sido enviado por Camila, agradecemos su aportación.