Era una noche fría, Marcos iba rumbo a su casa, había salido tarde de la oficina por exceso de trabajo, las calles eran solitarias, Marcos desconocía aquello ya que siempre tomaba el autobús pero este hacia 10 minutos que había pasado y era el ultimo, decidió caminar por que al final de cuentas no vivía muy lejos, a unas 10 calles de distancia. Al ir caminando sentía que alguien lo seguía pero por más que volteaba no veía a nadie, cuando de pronto de un callejón oscuro vio salir una silueta, era una mujer que le pedía ayuda, Marcos decidió auxiliarla, le dijo que la acompañara al callejón y Marcos accedió. Cuando se iba adentrando una risa macabra se oía al fondo, Marcos quiso correr pero sus piernas no lo dejaban, era como si estuviera pegado, en medio de la oscuridad. Marcos veía como unos ojos rojos y luminosos se acercaban a el, desesperado y lleno de temor, Marcos luchó con todas sus fuerzas y logró correr tanto y tan rápido que llegó a su casa, no podía dar crédito de lo que le había pasado, le contó esto a todos y nadie le creyó, ahora todos piensan que lo imaginó, pero quedó tan marcado que ya no ha vuelto a pasar por ese callejón.
 Este cuento ha sido enviado por Elena, agradecemos su aportación.