Aquel día como tantos regrese a mi casa después de una jornada de trabajo, cansado y hasta de cierto de mal humor, por esa tediosa rutina de todos los días. Sin embargo, sin esperarlo algo que ni siquiera me imaginaba inicio a ocurrir.

No era muy tarde me prepare la cena y me dispuse a ver televisión acabo de un rato cuando el sueño empezaba a calar, escuche un ruido proveniente del segundo nivel, no me preocupo mucho puesto que tenia a "Bobby" mi perro guardián el cual era muy escandaloso cuando miraba o percibía a alguien...
Sin embargo en esa ocasión no ladro y por lo consiguiente yo ni preste atención, acabo de un rato oí ruido de cadenas pensé a "Bobby" se enredo de nuevo. Empecé a subir las escaleras del segundo nivel.

Cuando de pronto las luces empezaron a titilar... en cierto sentido me dio algo de temor pero confiado en que nada podía pasar más que fuera un apagón de luz seguí.
Al llegar al segundo nivel y dirigirme al patio escuche en el piso de abajo como un cristal se quebraba, regrese pensando que había dejado algo mal puesto o algún un roedor que no dejan de existir en viejas casa como la mía.

Al bajar a revisar que había pasado por cierto no encontré nada. Regrese al televisor y diez minutos después escuche como pasos bajando del segundo nivel, en su momento lo atribuí al sueño y al cansancio en ese momento termino el programa que estaba viendo cuando de repente Bobby comenzó a ladrar frenéticamente eso me alerto pues supuse que alguien habría entrado tome un bate y me dirigí a la cocina… el perro seguía ladrando

Comencé a subir las gradas para todo esto el corazón me latía a mil, sudaba a chorros...cuando llegue al final de las escaleras Bobby miraba fijamente a un punto mostraba los dientes en forma agresiva cuando enfoque la luz de mi celular cual fue mi sorpresa que lo que estaba en la esquina era un pequeño gato de color blanco agazapado, le ordene a Bobby que se callara y me acerque y no sé porque en lugar de espantarlo para que se fuera, lo tome entre mis manos, percibí que está asustado, y yo más tranquilo baje las escaleras con el animal entre mis manos y le di un poco de leche. No sé porque aquel pequeño me inspiraba ternura….

Las visitas de aquella criatura se prolongaron por una semana, aparecía a la misma hora y lo extraño es que Bobby ya no notaba su presencia, me pareció raro, pues como dije cuando veía o miraba algo fuera de lo cotidiano siempre armaba un escándalo, justamente en la novena noche algo sucedió, oí ruido en la cocina y supuse que era el felino pero esa vez, por algo no tuve ganas de salir a ver y menos a alimentarlo.

Al otro día al entrar al baño en el espejo del lavamanos estaba escrito el siguiente mensaje…”Que bueno que no saliste la otra noche, porque si no, hubieras conocido lo que realmente soy, recuerda las cosas muchas veces no son lo que parecen, y definitivamente a ti alguien te cuida… Pero no te confíes demasiado”.

No sé si habrá alguien que crea esto, yo sigo haciendo conjeturas tratando de dar una explicación lógica a aquello, si una persona hubiera entrado es más que seguro que el perro hubiera ladrado, aunque eso definitivamente no paso.
Desde ese día el felino no ha vuelto aparecerse, aunque de vez en cuando escucho un suave maullido, que me hace recordar…”no te confíes demasiado…”.

Este cuento ha sido enviado por M. Orozco, agradecemos su aportación.



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