Ya es de día, todo vuelve a la calma otra vez. Hace cinco años que mi esposa y mis hijos me abandonaron dejándome solo con mi locura en esta casa. Ellos lo llamaron locura pero yo sé que no estoy loco, sin embargo a mi familia no le importo nada. Todo empezó un 2 de julio de 1999, hace cinco años. Fue un día como todos los demás, llegue del trabajo a las 6 de la tarde. Los niños jugaban y mi esposa cocinaba. Entre, le di un beso a ella e inmediatamente fui a bañarme. Logre salir para cuando mi mujer llamaba para cenar. Luego de la comida mis hijos fueron a dormir junto con su madre, yo me quede mirando televisión, fue lo último que recuerdo antes del hecho que cambio mi vida… El reloj marcaba las diez y cuarto de la noche. Estaba relajado en el sillón cuando la oscuridad se apodero de la habitación solamente la tv iluminaba mi rostro. En ese momento apareció en frente mío como por arte de magia una extraña figura, al principio no la podía distinguir bien pero después la vi. Era yo, estaba vestido igual que yo. Me quede aterrado mirando esa figura. Hasta que hablo o eso creí. Movió la boca pero no escuche sonido alguno, estiro sus manos como queriéndome agarrar y me desvanecí. Recuerdo que desperté en la mañana cuando el sol pegaba en mi cara. Lo extraño fue que estaba en el patio, entre a mi casa, todo estaba bien. Los chicos no se habían despertado. Fui hacia mi habitación y vi a mi mujer vendándose el brazo por un buen corte. Trate de preguntarle qué había pasado pero ella lo dijo primero. Cuando despertó ya estaba con su brazo cortado, no sintió nada, le hecho la culpa a algún roedor. Me dirigí hacia mi trabajo, imágenes sin sentido aparecían en mi mente, yo seguía recordando lo de esa extraña aparición. Luego de una semana transcurrida sin ningún problema, volvieron esas imágenes a mi mente pero ahora en todas ellas aparecía esa especie de “yo”. Este estaba con las manos ensangrentadas, me miraba y sonreía. Esa misma noche se habían ido todos a dormir, yo me quede limpiando algunas cosas, como era rutina apague las luces, ya estaba listo para ir a dormir cuando de repente vuelven esas imágenes a mi cabeza entrecortadas, con sonidos extraños. Tenía un fuerte dolor de cabeza, mi cuerpo temblaba y estaba mareado. Recuerdo ver otra vez esa figura gemela mía, estiro sus brazos y todo oscureció. Mi esposa me despertó sacudiéndome y gritando, no entendía nada ni una sola palabra. Me mostró mis manos ensangrentadas y sosteniendo un cuchillo, logre oír lo que decía, había cortado la cara de mi propio hijo. Tenía la cara llena de sangre. ¡Era imposible que yo haya hecho eso! Pero lo creí en ese momento, mi mujer aterrada y enfurecida armo sus valijas, amenazaba con irse a la casa de su hermana. Yo quería explicarle que no había sido yo, que era otra persona la que había cortado a ellos, sin embargo se fueron sin escucharme. Desde ese día ni un llamado recibí, de nadie. Lo único que tengo es esta casa que nunca duerme, yo tampoco lo hago… Cada vez que oscurece se que él está ahí esperando para cometer un crimen, no voy a dejar que eso pase…

Este cuento ha sido enviado por Rocio L., agradecemos su aportación.



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