Jessica Johnson era una niña de 4 años, era un chiquilla responsable, obediente y educada. Tenía 6 hermanos mayores, ellos vivían con sus padres en una gran mansión.
Jessica tenía un muñeca algo siniestra, era su juguete favorito no se separaba de ella, jugaba con él y otros juguetes.
Un día un niño del barrio la insultó y la pegó, Jessica lloró durante una semana. Al cabo de un mes, el niño apareció muerto, nadie sabía nada.
Un día los hermanos de Jessica le quitaron el muñeco:
-¡Eres boba!, ¡ya eres muy mayor para esta porquería!- y lo arrojaron a la basura.
- ¡Es mio!- Jessica empezó a llorar.
Aquella noche Jessica oyó un fuerte ruido, se levantó y vio a uno de sus hermanos al final de la escalera cubierto de sangre.
Jessica empezó a gritar, sus padres y el resto acudieron, pensaron que había sido un accidente.
Pero ''estos accidentes'' siguieron ocurriendo, hasta que prácticamente quedó solamente ella.
Pasaron los años, Jessica ya era una adolescente y seguía unido a su muñeca, sus padres eran muy duros con ella, la maltrataban constantemente. Una noche sus padres decidieron deshacerse de la siniestra muñeca, algo que les costaría la vida, al día siguiente ambos amanecieron muertos en extrañas circunstancias.
Jessica no sabia que ocurría, pero tampoco le importaba ya que todo lo que le molestaba acababa siempre desapareciendo. Una noche mientras dormía junto a su muñeca, esta dijo
- He matado a los que te hacían sufrir... te seguiré siendo fiel más allá de la muerte - Jessica lejos de asustarse simplemente exclamó una leve sonrisa.

Así Jessica vivió atada a su muñeca para siempre, ya que bueno era su amiga más fiel ¿no?

Este cuento ha sido enviado por MariCarmen, ha sido levemente modificado, agradecemos su aportación.