Mariano era un joven muchacho que vivía en los alrededores con sus padres y sus hermanas. Él era un joven muy responsable y cuidadoso... casi siempre.
Protegía a sus hermanas mas que a nada, pero eso no le hacía superar lo que le pasaba.
Cuando Mariano tenía 5 años, imaginaba cosas, como superhéroes salvando a princesas, caballos montados por caballeros, ninjas con traje negro... era tanta su imaginación que hasta incluso hablaba con ellos.
Tenía un amigo imaginario que lo llamaba Tofy, era un perro que caminaba en dos patas.. y hablaba.
Cuando cumplió los 12, todas esas cosas quedaron atrás, también se había olvidado completamente de Tofy y se dedicaba mas a su adolescencia.
Pero por las noches, pasaban cosas raras. Ya que Mariano dormía solo en una habitación, donde hay muy poca luz.
Una noche cualquiera, Mariano no podía dormir porque no tenía sueño, decidió quedarse despierto y quedarse quieto en su cama hasta que se duerma, en ese entonces, escucha ruidos de pasos muy muy suaves, como al de un animalito pequeño.
Al principio pensó que era su hermana Marina, pero era muy suave para ser de una niña de 6 años. En eso, se desesperó y quedo mas quieto que una piedra, porque era muy miedoso.
Los pasos seguían seguían y no paraban, a lo que Mariano ya le hartaban, entonces, valientemente se levantó de su cama, agarró un bate de béisbol y se dirigió despacio a donde se escuchaban los ruidos, o sea, a la cocina.
Los padres de Mariano y las hermanas dormían profundamente, a lo que Mariano le daba mucha envidia ya que él tendría que arriesgar su vida para ver lo que había en la cocina... según él.
Caminaba de puntitas de pie, muy nervioso y silencioso mientras escuchaba risitas aterradoras y pasitos cada vez mas cerca.
Cuando llegó a a cocina, prendió la luz, y... no había nada. Mariano volvió a respirar aliviado pensando que era su imaginación. Al voltearse para volver a su cuarto escucho risitas y una voz que le decía, "No estas solo, nunca lo estuviste". Al oír eso, él recordó que cuando era chico su supuesto amigo Tufy le decía eso en sus sueños.
Temblando el chico quiso convencerse de que era su imaginación, pero al abrir sus ojos vio aquel perro siniestro caminando y dando vueltas en frente suyo riéndose con risitas aterradoras. Tanto fue el susto que grito, caminó dos pasos hacia atrás y se tropezó y cayó sentado.
El perro imaginario seguía riéndose y caminando en círculos, Mariano corrió para su cuarto en el que se escondió bajo la cama.
Pasaron como 20 minutos de que salió de la cocina, pensando que ya había pasado, sale de abajo de la cama... pero al salir el perro estaba allí parado, con su mirada diabólica y su risita aterradora.
Cuando despertaron los padres al otro día, encontraron a  Mariano en estado de shock, inmóvil con la mirada perdida  sin que nadie pudiera hacerle volver. Desde entonces jamas volvió hablar y finalmente acabó en un psiquiátrico, detrás de el siempre estaba Tufy diciendo:
-Disculpa, eso te pasa por olvidarte de mi, jamas permitiré que te vuelvas olvidar-

Este cuento ha sido enviado por Larita Llambi, agradecemos su aportación.



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